Quien a buen árbol se arrima...

Digan lo que digan, y aunque no acompleje, el tamaño importa. Cuanto más grandes, las empresas son más competitivas y productivas. Además de mejorar sus condiciones de financiación, el volumen de la plantilla es clave en los procesos de internacionalización y ayuda a ofrecer empleos estables y de calidad. En España las empresas sufren un problema de tamaño. No es un país de pymes, sino de micropymes. La media de trabajadores por compañía se sitúa en 4,6; demasiado baja al compararla con la de las principales economías de la Unión Europea (12 en Alemania y 10,4 en Reino Unido). Incluso Irlanda (7,4) y Austria (8,7) cuentan con una media superior. Únicamente Portugal e Italia se encuentran por debajo.

El 94,5% de las compañías españolas son microempresas y el 4,8% sólo alcanza la categoría de pequeñas. Alicia Coronil, directora de Economía del Círculo de Empresarios, asegura que detrás del dinamismo, la internacionalización y la mayor estabilidad económica de países como Alemania, Reino Unido y Estados Unidos está su tejido empresarial, en el que conviven de forma más equilibrada las pequeñas empresas con un número superior de compañías de mayor tamaño, formando un ecosistema en el que la mediana juega un papel esencial. “Las empresas de mayor tamaño contribuyen positivamente al crecimiento y a la estabilidad económica del país, gracias a su mayor productividad, a la menor volatilidad del empleo y al acceso y menor coste de la financiación”. Coronil explica que así se favorece la capacidad de salir al exterior, de innovación y de retención y captación del talento.

Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research, destaca que, en el sector industrial, las empresas españolas de más de 250 trabajadores son un 65% más productivas que la media. En cambio, la productividad de las pequeñas compañías desciende a la mitad. Aunque estas diferencias derivadas del tamaño también se observen en otros países, el rango de variación resulta ligeramente inferior. En cualquier caso, una parte de la menor productividad agregada del trabajo en España se explica por el elevado porcentaje del empleo ocupado en pequeñas y medianas empresas (efecto composición).

Mayor tamaño es sinónimo de mayor productividad, de modo que son las empresas medianas y grandes las que registran ratios más elevadas de Valor Agregado Bruto (VAB) por empleado. Si se duplicara el número de grandes compañías, nuestro país dispararía su capacidad productiva. La directora de Economía del Círculo de Empresarios afirma que si España tuviera la misma distribución por tamaños de empresas que Alemania, “nuestra productividad aumentaría un 13%”. No obstante, la brecha de producción en las empresas españolas con menos de 10 empleados es superior a la del resto de tipologías. Coronil sostiene que el avance en productividad de las compañías medianas españolas ha permitido que alcancen una mayor ratio de VAB por empleado que el agregado de la UE-5 de referencia (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Portugal).

Las grandes empresas españolas son tan productivas como sus homólogas de Estados Unidos o Alemania, pero en promedio, el 99,2% de las compañías tiene menos de 50 empleados, frente al 97,1% que se registra en Alemania. “Si España tuviera la misma proporción de empresas con 50 o más empleados que Alemania, la diferencia en productividad entre los dos países desaparecería”, apostilla Cardoso.

Las pequeñas empresas crean el 70% de los empleos en España, por lo que pueden considerarse el principal motor del mercado laboral. Pese a su importancia, y más allá de reconocer su protagonismo, Coronil opina que las bases del crecimiento de la economía no pueden sustentarse exclusivamente en el fomento del espíritu emprendedor, en la facilidad y flexibilidad para crear nuevos negocios y en la abundancia de micro y pequeñas empresas. “El dinamismo económico debe ir más allá y combinar la creación de empresas con el crecimiento de las ya existentes”.

Crecer y ganar tamaño permite disponer de una estructura organizativa más eficiente y diversificada, así como de una visión más global. El ajuste de plantillas durante la crisis ha sido menor en las grandes compañías, donde los datos estadísticos avalan que el trabajo es más estable. Mientras que el empleo en estas empresas cayó un 6% acumulado entre 2009 y 2015, la reducción en las medianas fue del 20% y en las pequeñas, del 25%. Coronil remarca que si en España la distribución del empleo de las empresas por tamaño fuese similar a la de Reino Unido —donde 4 de cada 1000 compañías son grandes—, “durante la crisis se hubieran salvado más de 500.000 puestos de trabajo”.

 

Barreras al crecimiento

Lejos de las ventajas que ofrece un mayor tamaño, existen barreras en materia fiscal, laboral y burocrática que desincentivan el crecimiento de las empresas españolas. Aunque resulte paradójico, algunas compañías no quieren crecer. Y las que lo desean, transitan por un camino peliagudo y fragoso que puede provocar tropiezos y caídas. Los indicadores de regulación del mercado de productos PRM (Product Market Regulation) de la OCDE permiten contrastar que, a pesar de que se hayan producido mejoras, el índice global de barreras a la iniciativa privada en España se situó en 2013 muy por encima del correspondiente a los países de nuestro entorno, lo que dificulta a nuestras empresas competir en igualdad de condiciones. Coronil recuerda que “el principal escollo para nuestras empresas es la complejidad regulatoria”.

En cuanto al ámbito fiscal, facturar más de 6 millones de euros supone pasar de un tipo del 18% sobre la cuota en los pagos fraccionados a un tipo igual o superior al 20% sobre la base imponible. Asimismo, las empresas pasan de liquidar el IVA trimestralmente a hacerlo de forma mensual, lo que reduce el circulante y la capacidad de autofinanciarse. De igual modo, la Unidad de Grandes Contribuyentes se hace cargo de aquellas entidades con ingresos superiores a los 6 millones de euros. La mayor cantidad de recursos destinados al cumplimiento fiscal a partir de ese umbral provoca que muchas empresas reporten ingresos que no llegan a ese límite. Cardoso considera que lo ideal sería que dichas regulaciones no impusieran discontinuidades. Es decir, que no hubiera “grandes saltos” en la probabilidad de ser fiscalizado, sino que el proceso resultara suave.

Desde un punto de vista laboral, tener más de 50 empleados conlleva la aparición de un comité de empresa. En líneas generales, superar los 5,7 millones de cifra de negocio, los 50 empleados y tener unos activos cuyo valor se encuentre por encima de los 2,85 millones de euros representa una mayor carga empresarial. Sin embargo, mejorar la regulación bancaria en aras de la financiación evitaría que las exigencias de capital no penalizaran los préstamos para pymes.

El actual marco regulatorio requiere una actualización como consecuencia del exceso de burocracia y de la maraña de normas y tributos. Debido a los datos que se ponen de relieve en el Informe 2015 de la Empresa Mediana Española y a la necesidad de crecer que tiene nuestro tejido empresarial, desde el Círculo de Empresarios se sugiere una batería de medidas para derribar los obstáculos interpuestos al crecimiento de las empresas. El Círculo entiende que deben reformularse todos los contenidos del marco regulatorio que discriminan por tamaño, ya sea haciendo referencia al número de empleados, a la cifra de facturación o al volumen de activos, porque la existencia de estas medidas explica en parte la elevada concentración de compañías en segmentos de micro y pequeña.

“Elevar los umbrales podría favorecer el crecimiento de las empresas”. Respecto al número de trabajadores, Coronil resalta que se observa una acumulación anómala de compañías que cuentan con una plantilla muy cercana a los 50 empleados, pero que no dan el “salto” a la categoría de empresa mediana por culpa del entorno regulatorio. “Hay una caída del 33% de compañías al alcanzar los 50 empleados. El salto de nivel tendría efecto positivo sobre la productividad o el grado de internacionalización de nuestro tejido empresarial”. La directora de Economía del Círculo de Empresarios recomienda fijar como cifra de facturación los 20 millones de euros, en lugar de 6 millones, y establecer en el marco laboral el nuevo umbral en los 100 trabajadores.

La internacionalización, la gestión del talento y la apuesta por la innovación constituyen fórmulas para el crecimiento. Paralelamente a reformular el marco regulatorio, ganar tamaño exige más ambición de los empresarios, “lo que requiere una mayor profesionalización y formación de la estructura organizativa y, en ocasiones, dar entrada a capital de terceros y sopesar su política de endeudamiento”, sentencia Coronil.

Foto: Javier Pals


fuente: Con Tu Negocio

El tamaño importa para la productividad de las pymes
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